Discurso Actual
De acuerdo con (Siede, 2012):
Con la ética del discurso se pretende crear una comunidad ideal de comunicación (en la argumentación cada uno se vale por sí mismo, pero siempre inserto en un contexto universal), en donde el marco histórico de la sociedad o el contexto donde se encuentren exista una operación racional, en la cual se deja de lado la argumentación autoritaria para darnos cuenta que todos nosotros somos eventuales interlocutores en donde primara la argumentación más racional y no la más fuerte o más jerárquica, con la Ética del Discurso se pretende destrabar y desatar el nudo que provoca la absolutización del consenso actual por medio de la idea regulativa de la comunidad ideal de comunicación para lograr una universalidad aún más grande.
Habermas es el más grande representante de la llamada segunda etapa de la escuela de Francfort. Esta última es fundada en Francfort en 1922 por el filósofo Argentino Félix Weil, en primera instancia esta escuela se orientaba hacia los estudios marxistas, pero bajo la dirección de Horkheimer se programaron metódicamente investigaciones interdisciplinarias de filósofos, sociólogos, economistas, historiadores y psicólogos, con predominio de la filosofía. Mediante este tipo de investigaciones se pretendía revigorizar la teoría marxista como crítica a la sociedad capitalista. Para Habermas “La estrategia que sigue la ética del discurso para extraer los contenidos de una moral universalista de los presupuestos universales de la argumentación ofrece perspectivas de éxito precisamente porque el discurso constituye una forma de comunicación más exigente, que va más allá de formas de vida concretas y en las que las presuposiciones del actuar orientado por el entendimiento mutuo se universalizan, se abstraen y liberan de barreras, extendiéndose a una comunidad ideal de comunicación que incluye a todos los sujetos capaces de hablar y de actuar”. Esta comunicación-argumentativa que incluye a todos los miembros de una comunidad indeterminada, está haciendo referencia a los conflictos interpersonales en que se pueden enfrentar los posibles interlocutores en un discurso, los cuales, en cada caso, podrían encontrar una respuesta racional.
Con la ética del discurso se pretende crear una comunidad ideal de comunicación (en la argumentación cada uno se vale por sí mismo, pero siempre inserto en un contexto universal), en donde el marco histórico de la sociedad o el contexto donde se encuentren exista una operación racional, en la cual se deja de lado la argumentación autoritaria para darnos cuenta que todos nosotros somos eventuales interlocutores en donde primara la argumentación más racional y no la más fuerte o más jerárquica, con la Ética del Discurso se pretende destrabar y desatar el nudo que provoca la absolutización del consenso actual por medio de la idea regulativa de la comunidad ideal de comunicación para lograr una universalidad aún más grande.
Contexto del Discurso Ético Contemporáneo
Según (Dell´Ordine, 2004)
La ética no puede ser comprendida genuinamente sino a través de su historia. Esta afirmación se vuelve relevante para nosotros, los habitantes de este mundo en este fin de milenio, no tanto porque cambien en el año 2000 en adelante, cuatro números en el calendario, sino porque esto coincide con un cambio de época. Muchos intelectuales y filósofos llaman a este cambio de época el pasaje de la modernidad a la posmodernidad.
Bastaría con preguntarnos si creemos que el progreso de la ciencia, de la economía, del arte, le permitirán a la humanidad vivir en un mundo mejor. Sin duda esta pregunta es muy difícil de responder, pero nos puede servir como un test para entender una primera gran diferencia entre la modernidad y la posmodernidad. El prototipo de hombre moderno es aquel que confía en que el curso de la historia debe estar orientado por el progreso, vive y proyecta su vida para ello. Para él, el progreso garantiza que el día de mañana será mejor que el de hoy. En cambio, la posmodernidad surge del descreimiento, de la desconfianza y hasta el escepitcismo. Ya no se cree que el progreso constituye necesariamente un bien para la humanidad. “El progreso se ha vuelto rutina”, dice el filósofo italiano Gianni Vattimo.
En la posmodernidad o época contemporánea se desvalorizan todos los ideales y expectativas. La falta de confianza en el futuro, junto con la desaparición de los grandes proyectos comunes (ideologías de la emancipación, utopías), dejan un vacío que a menudo es llenado por el pesimismo o el desinterés, que conducen al hombre actual hacia un proceso de creciente aislamiento.
Jean Francois Lyotard, otro filósofo que se ha ocupado de pensar la posmodernidad, sostiene que ella resulta del desarrollo de la modernidad. Dice que “la posmodernidad es cosa moderna”, y describe “la condición posmoderna” como la instancia en la que el hombre se ve cada vez más lejos de poder incidir con sus acciones en el curso de la historia. Experimenta la sensación de que los acontecimientos se han vuelto independientes respecto de sus actos, y que lo que cada hombre puede hacer es demasiado poco.
En definitiva, seguir sosteniendo que la racionalidad es la condición de posibilidad de un mundo donde todos y cada uno de los hombres puedan llegar a ser libres.
Bibliografía
Dell´Ordine, J. (2004). robertexto. Recuperado el 02 de Noviembre de 2017, de http://www.robertexto.com/archivo17/etica_contemp.htm
Habermas, Jürgen, Aclaraciones a la Ética del Discurso, Editorial Trotta, Traducción de José Mardomingo,, Madrid 2000, Pág. 15-16.
Siede, L. (2012). bioetica. Recuperado el 02 de Noviembre de 2017, de http://www.bioetica.org/cuadernos/bibliografia/siede-habermas.htm
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